Guillermo Montenegro fue reelecto intendente en 2023 prometiendo continuidad en su gestión "para que Mar del Plata crezca", pero apenas un año y unos meses después es candidato a senador provincial por La Libertad Avanza. Esta decisión genera dudas sobre su compromiso político, su coherencia y el respeto al mandato popular. ¿Está bien usar un cargo ejecutivo como trampolín según la conveniencia?
En junio de 2023, Montenegro afirmó con claridad:
“Quiero seguir trabajando los próximos cuatro años, para que Mar del Plata crezca, con la responsabilidad que ustedes me dieron, y el compromiso de seguir transitando juntos este camino que empezamos en 2019. Hoy estoy acá para decirles que quiero seguir siendo el intendente de General Pueyrredon”. Lo dijo en su campaña. No obstante, un año y algunos meses después confirmó en una entrevista con
Radio Mitre que, si es elegido, asumirá como senador provincial y pedirá licencia para dejar la intendencia antes de tiempo: "No voy a quedarme acá como intendente, eso está clarísimo. Yo asumo el 11 de diciembre como senador provincial en caso de que sea elegido".
Con ese argumento busca despegarse de la figura del “candidato testimonial”, a la que critica. Pero ¿no es contradictorio prometer continuidad y abandonar el cargo a mitad de mandato? ¿Qué fue lo que cambió para dar un giro tan brusco en tan poco tiempo?
Cabe mencionar que el caso de Montenegro no es el único. Mayra Mendoza, reelecta en Quilmes, es candidata a diputada provincial por la Tercera Sección Electoral. Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, busca ser senador provincial por la Primera. Pero Montenegro tiene una particularidad: fue elegido para gobernar General Pueyrredon, el partido que nos atañe. Y durante su campaña en 2023 sostuvo de forma explícita que no tenía “plan B”. (
Letra P)
Ahora dice querer llevar las ideas de Javier Milei a la Legislatura bonaerense, “trabajando con libertad, orden y esfuerzo” (
Ahora Mar del Plata). Para muchos, el mayor esfuerzo es sostener la coherencia. ¿Volverá a la intendencia si la política nacional no resulta? Además, para seguir sumando datos a esa incoherencia, en el pasado declaró que su “lugar en el mundo” era San Isidro, no Mar del Plata.
En "El secreto de sus ojos", ganadora del Oscar (2010), hay una analogía sobre el fútbol y la pasión: “¿Te das cuenta, Benjamín? El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín, no puede cambiar de pasión".
Para unos, Mar del Plata es esa pasión que no se puede cambiar. Para otros...
En estas elecciones Montenegro busca ser votado para un cargo distinto al que ganó hace apenas un año y meses. Eso abre la pregunta: ¿Dónde está el límite entre el derecho a cambiar de rumbo y el compromiso asumido con una ciudad?
No hay respuestas sencillas. Pero hay una certeza: el voto de 2023 fue para un intendente que ya no quiere seguir siéndolo.
¿Está bien o está mal? Es un interrogante que queda abierto, y que cada cual juzgará.